A pesar de que tenemos un cuerpo cuyo componente celular se está reemplazando constantemente, la conciencia permanece incambiable y experimentamos vidas diferentes en cuerpos diferentes en el tiempo.
Este proceso universal da origen al ciclo de muerte y renacimiento, gobernado por nuestras acciones, que pueden ser buenas o malas.
Las circunstancias actuales de nuestra vida presente están determinadas por las acciones que tuvimos en una experiencia de vida anterior, y las futuras estarán determinas por las decisiones y acciones tomadas en la vida actual.
Todos estos términos aluden a la existencia de un alma, espíritu o energía que viaja o aparece por distintos cuerpos, generalmente a fin de aprender en diversas vidas las lecciones que proporciona la existencia terrenal, hasta alcanzar una forma de liberación o de unión con un estado de conciencia más alto.
La creencia en la reencarnación ha estado presente en toda la humanidad desde la antigüedad, en la mayoría de las religiones orientales, como el hinduismo, el budismo y el taoísmo, y también en algunas religiones africanas y tribales de América y Oceanía. (La Prueba del Alma, pagina 167).
En la historia de la humanidad, la creencia de que una persona fallecida volverá a vivir o aparecer con otro cuerpo (con una personalidad gene- ralmente más evolucionada) ha sobrevivido incluso dentro de las religiones judeocristianas (cristianismo, judaísmo e islamismo). Son prácticamente las únicas que no la contemplan, pero han permanecido bajo la forma de diversas herejías y posturas no oficiales.
Muchas personas se resisten a la idea del «alma, conciencia, energía» debido en gran parte a que este término ha llegado envuelto en un halo de misterio, religión y dogmas.
Algunas personas creen que son tonterías. Pero el concepto de que la conciencia puede desprenderse del cuerpo ofrece una explicación poderosa para fenómenos como las experiencias cercanas a la muerte, experiencias extracorpóreas, regresiones a vidas pasadas, la reencarnación, etc.
De hecho, la evidencia comprobada de la reencarnación nos ofrece una oportunidad única para corroborar la existencia del alma.
Esta puede parecer quizá una afirmación audaz, pero la evidencia de la reencarnación es prácticamente innegable y no se puede atribuir colectivamente a la casualidad o a cualquier otra explicación física. (La Prueba del Alma, pagina 168)
La pregunta es: «¿Hay suficientes piezas sólidas que evidencien en conjunto y de forma convincente la existencia de la reencarnación?»
La respuesta es un rotundo SÍ.